Por Manu Iglesias
Resulta difícil cerrar una historia, a fin de cuentas significa dar carpetazo a una parte de nuestra vida. A mi me toca hablar de las sensaciones y a Enrique de las cuestiones técnicas. En este caso, creo que mi tarea es más complicada. Enrique se va a limitar a comentar los últimos detalles. Seguramente serán los más vistosos, aunque el trabajo fuerte ya se había adelantado en otros capítulos.
Sobra hablar de la elegancia y funcionalidad del barco. Utilizo el adjetivo elegancia a propósito. Puede haber discrepancias sobre la belleza o no del Prometeo, pero nunca de su elegancia Espartana, sin estridencias ni deseos de llamar la atención. Gris claro y blanco. Sobrio y funcional. La funcionalidad está conectada con la verdadera belleza clásica. Son los ojos educados del espectador los que saben apreciar los valores de un diseño y en el Prometeo hay muchas horas de reflexión para llegar a la conclusión más simple: no sobra nada y no falta nada. Así lo definió magistralmente el cofrade Iperqueno y si me lo permite, me quedo con su expresión.
Pero centrándome en las emociones, - tema del que no me quiero eximir de hablaros -, el final del proceso ha sido un torrente de sentimientos .
el más destacable el de la amistad y el Segundo la vulnerabilidad.
Los uno y me entenderéis porque.
Los primeros días de nuestra llegada a Valencia para hacernos con el barco, fueron de aprovisionamiento y remate de últimos detalles. los más significativos fueron las puertas y el cambio de ubicación de la salida del escape. Con relación a las puertas, solo deciros que hicimos tres juegos completos, hasta que finalmente nos convenció el sistema. No me arrepiento porque creo que ahora se ven perfectas. El escape también funciona perfectamente y a pesar de la relevancia de ambos trabajos, no hay nada reseñable que destacar.
El caso es que uno de los primeros días , después de una mañana de calor y ajetreos, pudimos dormir una siesta. al levantarme, mi almiranta se dio cuenta que estaba sangrado mi bañador.
Más adelante pude comprobar que al orinar sangraba abundantemente, por lo que no me quedo más remedio de acatar el consejo de Enrique y señoras e ir al hospital. Acabe ingresado una semana haciéndome pruebas de todo tipo que no dieron ningún resultado definitivo. A día de hoy no se lo que me ha pasado, el caso es que los galenos me permitieron seguir con mis proyectos. Durante esa semana Enrique que no pisa un hospital ni a rastras, incluso me fue a visitar y me llamaba constantemente, su mujer y la mía, no dejaron de traerme cosas y confortarme. esos días recordé un dicho que repetía siempre mi madre: jaula echa pájaro muerto.
Pensé muchas veces que no podría navegar en el barco, que otros serían los que disfrutarían del esfuerzo del jefe y de nuestras ilusiones.
esos días sirvieron para entender lo vulnerables que somos y para comprobar el valor de la amistad. Si no fuera por el apoyo de Charo y Enrique, esa semana internada en el hospital sería infinitamente más dura de lo que ya fue.
Ahora escribo esto debajo del bimini del Prometeo, acunado por las olas. Ha sido nuestra casa ya desde hace varias semanas. Hemos dormido en la litera de babor ampliamente y ahora nos cambiamos a Proa porque el fantasma nos mete airecillo fresco por la noche y nos sentimos muy a gusto. Podemos dormir tanto en el sentido proa a popa como atravesados. Para la tarde, debajo del fantasma usamos esa posición para leer o escuchar música.
pero lo mejor es el salón. Creemos que nos hemos vuelto unos cotillas. Como no vemos la tele, quizás lo suplimos quedando embobados mirando lo que ocurre en los fondeaderos y los puertos. Ya no tenemos que estirar el cuello desde - la cueva- todo está a la altura de nuestra vista. Como dice un vecino del Simbad, podemos derramar la mirada en 360 grados y así nos quedamos muchas veces en silencio. Varias veces he pensado todo lo que nos perdemos en otros barcos. Tenemos un observatorio de aves, una torre de vigilancia, una galería con vistas a la calle mayor. Esos placeres nos da el nuevo Prometeo.
Una de las navegaciones pillamos una tormenta como mucha agua. Simplemente nos metimos dentro y con el doble mando del piloto ajustaba el rumbo. Nada fuera se nos escapaba y tanto las velas como el entorno estaban totalmente a nuestra vista.
La bañera y la Júpet, han sido una delicia, es el doble de grande de un velero de su eslora. El espacio es enorme y permite desplegar una mesa de jardín para seis comensales. Recordaré siempre las tardes en que las señoras, almirantas, nos traían la horchata fresquita con fartons que despachábamos en la bañera con toda amplitud.
La Luz y la habitabilidad son sorprendentemente acogedoras y la capacidad de estiba enorme. Todavía hay cofres que no hemos ocupado y de verdad que llevamos de todo y más. nunca lleve tantas defensas y caben todas debajo de la bañera y aún quedaría sitio para equipos de buceo y bicicletas.
Pero algo que todavía cuesta asimilar es la autonomía que nos dan las pantallas solares. Durante toda esta temporada, solo nos enganchamos al pantalán para usar herramienta eléctrica de 220V porque para uso de la nevera y todo lo que llevamos a bordo, sobra la energía que nosotros mismos producimos autónomamente.
Me quedo con ganas de probar el sistema biquilla para poder explorar muchos rincones de zonas intermareales. Es algo que siempre he querido experimentar: llegar a un recodo Del Río como el de Ponte do Porto en Camariñas. Esperar a que baje la marea y quedarse adrizado como si nada. Si la Salud no nos sigue dando sustos, el Prometeo puede darnos muchas satisfacciones, pero eso ya no forma parte de la reforma. Lo que falta por vivir, os lo iremos contando de otra manera.
Gracias a todos por la paciencia y el interés en nuestro humilde proyecto.
El Pormeteo II ya de crucero ¡buena proa amigo!
Por Enrique Pertegás
El final fue un poco caótico, el varadero que fue un suplicio gracias a la inoperancia del mismo, como ya ha comentado Manu tuvimos que hacer tres juegos de las puertas de cabina y baño y repetir alguna otra que no había quedado en dimensiones, también tuvimos que pintar el barco a flote, una experiencia mas que añadir, nunca habíamos pintado una obra muerta a flote y no quedo del todo mal gracias a mi almiranta que se esforzó al máximo a pesar de no estar ya para esos trotes, ni ella ni yo.
Facilito mucho el trabajo el tener a nuestra disposición una "U" entera, asi el barco nunca llagaba a tocar el muelle y podíamos acercarlo o alejarlo del mismo a voluntad, tampoco nos podían amarrar a nadie al lado, desde aquí gracias a la marina Valencia yacht port, popularmente conocida como marina CIES y que dicho sea de paso tiene los mejores precios y amarres del Mediterráneo
No nos dio tiempo a terminar el suelo y de momento rematamos con una moqueta
Los escalones se decoraron con un piso adhesivo y un remate en aluminio que casi parecía hecho a propósito aunque no tenia nada que ver, anda que no corrimos buscando algo que le pegase.
La cocina quedo a falta de algunos armarios altos pero del todo operativa y su punto fuerte es la nevera que hay andar bajándola de temperatura
El baño quedo al cien por cien si eso se puede decir en un barco, algún detalle queda pendiente como las cortinillas de ducha
Y por fin las puertas grandes, en principio se pensaron para que fueran solapadas sobre el mamparo y abriendo hacia afuera de las cabinas y así se cortaron los mamparos, a ultima hora se cambio de parecer y se opto por que abrieran hacia adentro, eso planteaba un problema, las puertas tenían que quedar dentro del hueco y había que pensar en un marco para que asentaran en el, con la primera opción descansaban en el propio mamparo, gracias a la facilidad que tiene Manu para que le corten piezas a medida en su empresa pudimos hacerlo relativamente fácil y en poco tiempo.
Y finalmente la cabina de proa
Quedan cosas y no pocas, pero para nueve meses, un parto en toda regla, no ha estado mal.
Buenas noches, Manu&Enrique!
ResponderEliminarAntes que nada, transmitir la enorme felicidad que siento al saber que el "percance" de salud de Manu, no ha sido nada. Fuerza y ánimos para disfrutar del Prometeo!
Sigo pensando, tal como lo he expresado en la Taberna, que el Prometeo es el barco más bonito que he visto en mi vida y que es mi sueño para cuando me llegue la hora de mi jubilación, que no no me falta tanto como quiero pensar!
Simplemente agradecer a ambos. A Manu por meterle el sentimiento y la pasión, y a Enrique, por explicar paso a paso, las reformas llevadas a cabo, con tan buen acierto.
El buen gusto, salta a la vista!
Desde aquí, un fuerte beso ambos y desear a Manu&Almiranta, que tengan una navegación tranquila y apasionada para disfrutar de esta maravillosa (y mal estigmatizada) tercera edad.
Un abrazo!!!
Por cierto, soy @doctaton ;)
EliminarHa quedado precioso!! Y cada vez me gusta más el diseño del Prometeo. Mil gracias por compartir la restauración con nosotros, y espero que sigas mostrandonos los bricos que le hagas y sobre todo las navegaciones.
ResponderEliminarManu, me alegro que no fuese nada el problema de salud, pero no hay que despistarse con esas cosas, mejor prevenir y que puedas navegar en el Prometeo por muuchos años.
Me enteré que estuviste en Cartagena unos dias. Una pena, porque suelo ir todos los miércoles y muchas veces acabamos dando un paseo por el puerto y justo ese dia no lo hicimos, pero me hubiese gustado verlo en directo.
Un saludo.
Ha quedado preciosisimo y mejor que debe navegar, envidia sana la que produce ese Prometeo (hermano del Simbad), espero que lo disfruteis muchismos años y que sea merecedor de tanto buen trabajo realizado en el.
ResponderEliminarSaludos, Daniel Tribaldos Velazquez.