viernes, 22 de enero de 2016

Cincuenta fotos




Los viajes
Por aquel entonces ninguna empresa transportaba mercancías a Bulgaria, en principio alquilamos una furgoneta, que según contrato tampoco podía entrar en Bulgaria, claro que entro ... mas adelante compramos un Land Rover de segunda mano, con mas de doscientos mil kilómetros, que cumplió su labor perfectamente. 







Otros viajes fueron los traslados de los barcos, primero de un “Astillero” a otro y luego de Sofía a Varna, en el mar Negro, setecientos kilómetros de carreteras infernales.




Nieve, nieve, nieve ...







Los astilleros, por llamarlos de alguna manera.

Nuestro primer astillero, un cuartel del ejercito Búlgaro, no estuvimos mucho tiempo, desconozco realmente las causas, supongo que problemas con las “Mordidas” de los comandantes.



El segundo fue una especie de cobertizo, vamos, un terreno y una nave abierta por dos de sus lados, en invierno hacia un frió insoportable, nunca entendí como podían trabajar en aquellas condiciones, evidentemente aquella gente estaba hecha de otra pasta.






Mientras tanto el resto del barco se iba haciendo como se podía, el mobiliario en casa del carpintero, balcones y puentes en casa del tornero.



En Primavera el asunto cambiaba un poco



 El tercero fue otro descampado, aquí no disponíamos ni del techado que teníamos en el segundo, al menos había una caseta en la que podíamos guardar los materiales. El cambio del primero al segundo solo nos supuso mover el Alitan 53, pero del segundo al tercero ya tuvimos que trasladar tres cascos, un 37, un 53 y un 56.




¡Por fin una nave! Con un montón de cristales rotos pero con sus cuatro paredes y su techo, con puerta y todo, además teníamos puente grúa y mucha maquinaria.







Y lentamente, pero sin pausa, todos los barcos navegaron, en la foto el Samson 56 navegando por el mar Negro


El barco que se hizo nuestro socio Mariel, con los restos de todo lo que construyo, bueno, y lo que no fueron restos, pero esa ya es otra historia ...




Esos locos bajitos que iniciaron esta aventura, durante una comida de trabajo en la empresa


Mariel, Martin y un servidor



A ratos perdidos de turismo